A mi abuela
Isabel, tu nombre me
suena a cascabel.
Tu risa
se proyecta en los balcones,
y sonríen hasta los
halcones.
Tu pelo se mueve como un corcel,
cuando el sol sale
al amanecer
y cae la noche
en el Prado de Vejer.
Isabel, Isabel…
¡Más no te puedo
querer!
(Francisco Sánchez
Manzanares, 3º C)
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