Hay
una mujer que vive
que
va caminando por la vida,
pasea
el mundo con un vestido
azul con margaritas blancas.
Hay
una mujer que vive
y
busca las cosas bellas.
Crea
música y poemas,
Hay
una mujer que siente.
Otra
mujer estrecha dolores
con
sus manos suaves y duras.
Alivia
problemas con mariposas
y
quema luciérnagas en la noche.
Una
mujer baila con la brisa,
abre
sus brazos ondulantes,
menea
su cuerpo en el aire
y
pinta con su pelo cascabeles.
Alguna
besa con el alma,
abraza
con sus piernas,
llena
de diamantes las cabezas
y
amasa con sus pechos corazones.
Una
mujer aprende a vivir,
sueña
con ilusiones,
anida
en un mundo rosa,
cuyas
casas están abiertas al mundo.
Hay
una mujer que amanece temprano,
que
camina decidida, segura
de
que puede ayudar al mundo
y
deja su empeño en ello.
Hay
una mujer mimosa,
que
busca caricias de flores,
que
grita amapolas del alma
y
quiere arrumacos de gata.
Otra
mujer se confunde
y
busca y sigue
y
se equivoca... Se levanta,
sigue
y se equivoca.
Una
mujer piensa, reflexiona,
rebusca en los cajones de su mente,
inventa
lo necesario,
provoca
el avance del mundo.
Una
mujer cura, protege y sana.
Se
olvida de sí misma,
se
dedica a la vida,
esta
es su alimento.
Hay
una mujer que enseña,
que
acumula conocimientos
y
viene a dárnoslos
generosa,
cuidadora.
Hay
una mujer que sufre
que
no tiene amor y
que
maldice en vela
a
las madrugadas.
Otra
mujer huye de su amor
tiene
miedo, escupe la vida,
se
rasca sus canas,
amarga
la fiebre de su alma.
Una
mujer se pregunta
por
qué sólo los niños
estudian.
Se niega,
se
arriesga. Malala.
Otra
mujer se sienta a ver pasar
la
vida, no hace nada,
sonríe
tranquila, no hace nada.
Observa.
Medita. Espera.
Hay
una mujer que escucha
el
desgarro de las palabras
de
los otros... y sólo respira
el silencio en su mirada.
Hay
una mujer en bici que
recorre
carriles, para, se agacha,
huele la lavanda. Mira tranquila
al
horizonte y respira nostalgia.
Hay
una mujer fuerte que pelea,
toma
ladrillos de roca, les unta
cemento
de dureza y construye
una
enorme fortaleza de hierro.
Hay
una mujer que alimenta
el
cuerpo y el alma con
pucheros
y manzanas
y
patatas y mermeladas.
Otra mujer camina
al lado de un hombre, lo valora,
se sabe igual que él. Él es su amigo,
un compañero en este mundo loco.
Una mujer juega, salta por
los aires, cuenta misteriosas
historias, da volteretas
en el campo, vuela cometas.
Hay
una mujer que me mira.
Tiene
ojos profundos, intensos,
y
amor en sus pestañas.
Su
frente parece amarga.
Me
mira. De pronto sonríe.
Brilla
entonces la flor
que
prende del alma.
Yo
me pierdo en sus ojos
¡Cómo
me gusta mirarla!